Philippe Aurat
Centro Terapéutico y de Investigación de Nonette
¿Cómo se organiza una práctica de pintura con los residentes del centro? ¿A qué dificultades me encuentro confrontado y qué respuestas trato de aportar? ¿Cuáles son las condiciones que van a permitir el trabajo y la realización de una obra?
Los residentes saben bien decir o expresar su acuerdo para participar en el taller, este acuerdo es una condición necesaria. Es preciso también que acepten pasar un cierto tiempo en el taller para poder realizar algo. Si no pueden permanecer sino por un corto espacio de tiempo, les propongo trabajar por secuencias, volver en varias ocasiones sobre la misma obra.
Su consentimiento a venir al taller que realizo se apoya en la relación que previamente han establecido conmigo. La forma que ese vínculo toma con estos sujetos es particular, no siempre es tranquila, y es preciso tener en cuenta lo que ellos traen a la relación. La confrontación regular con sus dificultades en la vida nos ilustra y vuelve prudentes. No hay que ser incauto y creer que es ya un punto de referencia. Hay, por un lado, la necesidad de este enganche para apoyar al sujeto y, por otro lado, están las peculiaridades que ese vínculo puede tomar.
Ad augusta per angusta. (“Hacia las alturas por caminos angostos”)
Aceptar venir al taller nunca está establecido de una vez por todas, y cada vez que la oportunidad se presenta, el sujeto puede decir no.
Dice no cuando la propuesta es una demanda, de ahí que haya que prestar una atención particular a la manera de presentar la cosa. En el trabajo con estos sujetos, de entrada, se aprende sobre el rigor. Y por ello uno se ve llevado a dar prueba de la inventiva lenguajera para contornear ese obstáculo cuando se quiere proponer algo.
Para el consentimiento en acudir al taller, un hecho a tomar en consideración para algunos es la presencia de tal o tales otros sujetos; es por ello que también he de tener en cuenta afinidades y animadversiones. Estas existen, más o menos fuertes, no siempre duraderas. Esto es algo a considerar en la constitución de un pequeño número de residentes que se ven llevados a juntarse en un espacio reducido y cerrado. Algunos indican ellos mismos sus incompatibilidades. Fréderic no viene al taller si Ana Isabel se encuentra allí. Por un “dulce forzamiento” se puede llegar a tener una acción sobre esas cosas, es algo a dosificar.
Una vez en el taller, el objetivo es permanecer en él y ponerse a trabajar. Unos pintan, otros vienen solamente para estar allí, lo que ya es mucho cuando la relación con el otro plantea problema.
Para realizar una pintura es preciso un mínimo de tiempo que puede ser fragmentado en tantos momentos como sea necesario. Estos sujetos son objeto de fenómenos de desconexión cuyo origen a veces parece ser interno y a veces externo. Esto me lleva a reiterar regularmente el ofrecimiento, con la idea de hacer posible la ejecución de una obra tomando en cuenta lo real a lo que se confrontan. Proponer la continuación de un trabajo es tener en cuenta esta dificultad. Dado que el tiempo de presencia de cada uno es aleatorio, lo mejor que puedo hacer para adaptarme a los sujetos acogidos es renovar regularmente mi ofrecimiento.
Cuando cada uno logra mantenerse en un lugar en el taller, uno ante su caballete, otro ocupándose a su manera, otro no hacer nada sino encontrarse ahí, en presencia de otros, esto supone ya un gran esfuerzo y un notable avance en el lazo social.
También es preciso arreglárselas con los visitantes inesperados, lo que puede producir una de esas desconexiones tan frecuentes para los más sensibles a su entorno. Es por lo que, aunque se deje una puerta abierta a aquel que manifieste querer ser acogido en este taller, se hace también razonable un filtro de entrada.
¿Cómo impulsar de nuevo e ir contra los fenómenos de repetición que producen lasitud, desinterés? Es indispensable estar motivado para trabajar bien, revitalizarse para encontrar nuevas ideas. Mi trabajo personal de pintor me ayuda en esto, así como las aportaciones clínicas de las reuniones institucionales.
Mi práctica de la pintura me aporta ligereza, familiaridad con los materiales y con los útiles, así como ideas para proponer otras maneras de pintar.
Es también una mirada más aguda sobre las producciones de los residentes lo que da la medida de mis intervenciones, especialmente para indicar un punto de detención en la obra cuando lo que realizado parece coherente. En el acto de pintar es crucial detenerse en el buen momento, llegar hasta el punto último del trabajo que se está haciendo antes de que sea demasiado tarde, antes de hacer un nuevo cuadro que venga a recubrir el primero. Y es un momento delicado. Si un impulso motiva el gesto de pintar, hay que sostenerlo hasta ese punto en que va a dar su unidad a la obra; es preciso detenerse a tiempo para preservar la intención primera. Es posible ayudar a que una pintura se realice, en muchas sesiones, incluso muy breves, tomando la interrupción que el residente efectúa como una ocasión que puede permitirle continuar en la siguiente sesión. El uso de la sesión corta en psicoanálisis resulta muy formador desde este punto de vista. Otra de las virtudes de la interrupción es ayudar al sujeto que no consigue parar, y es también una manera de hacerle signo de que me intereso por su trabajo.
La toma en consideración del estilo de cada uno da la cualidad a la ayuda que se le puede aportar: ¿cómo se apropia de los materiales y cuál es el soporte mejor adaptado a su toque personal?
Cuando no hay intención otra que la de recubrir, la acción del acompañante consiste simplemente en considerar esta intención y dejarla desarrollarse en buenas condiciones, haciendo confianza al sujeto que toma el riesgo de depositar algo sobre un soporte.
Le recogida y la conservación de las obras participa de este interés. Comentar las producciones, ser el depositario, si el residente lo acepta, desde la perspectiva de la transferencia, forma también parte de mi trabajo de taller.
La etapa última de la exposición conlleva la dimensión social del intercambio, del reconocimiento, cuestiones tan importantes para ir contra el ostracismo en el que se encuentran los jóvenes que acogemos.
Traducción: Gracia Viscasillas