Sobre Carlos y nuestra vida

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Autor Carlos David Illescas Vacas

 

Rosario Vacas de la Calle

Madre de Carlos David, participante de la exposición «El mundo en singular»,  TEAdir-Granada

 

En primer lugar, agradecer a la organización la invitación a reflexionar sobre nuestra vida, en la que ocupa un lugar central una singularmente bella y admirable persona: nuestro hijo Carlos. Es difícil tratar de identificar las dificultades encontradas, focalizando la atención en su larga etapa de estudiante y caracterizar los mecanismos que nos impulsan a una constante búsqueda de un más grato caminar por la vida. También el intento de poner palabras a estas cuestiones y expresarlas en este foro ha sido complicado por las emociones encontradas en tan largo recorrido por los recuerdos y, fundamentalmente por el decidido propósito de sentirnos cómodos con lo manifestado. Destacar nuestro reconocimiento a las personas que intervienen en la educación con el papel fundamental que desempeñan por procurar un mundo más agradable.

Hace 40 años decidimos tener a nuestro hijo Carlos, el primero de tres hermanos, también el primer nieto, sano, alegre y quizá lo que le caracteriza de manera única sean sus grandiosos contrastes: afectuoso a su manera, generoso a su forma, espléndidamente elocuente en los temas que le importan, capaz en numerosas ocasiones de grandes esfuerzos por agradar a las personas que le muestran amor o cree que lo hacen, la autoestima alta preguntándose por qué algunos no ven su valía , todo lo sabe sobre lo que le interesa, incansable en lo que le resulta atrayente, tierno casi siempre, imprevisible, no se cansa de contemplar los aviones de los que tiene mucha información pero volar le aterra. Sobre todo, le fascina la luz, el color, las formas, el sonido; tan sensible para ciertos sonidos y luces y sin embargo le encantan los fuegos artificiales.

Desde la guardería alguna vez nos comentaban su inexplicable ensimismamiento en ciertos objetos o materias (agua, tierra) y como en esos largos momentos el entorno parecía no existir para él. Fue precozmente locuaz y, con frecuencia al principio de conocerlo la gente solían hacernos comentarios sobre su inteligencia, sorprendidos tanto por el contenido de lo que decía como por su forma de expresión. Se inventaba y se inventa palabras y no accede a cambiarlas por las gramaticalmente correctas, explicando que tiene que hacerlo porque las existentes no le sirven para que nos enteremos o lo entendamos (por ej de pequeño «yo soy don rapideles» (él es muy importante y súper rápido) o recientemente «es un dolor destelleante» (no existen palabras para describirlo)

En los primeros años de colegio en general tuvimos suerte, sobre todo con una gran maestra, María Dolores, que nos enseñó a un mejor caminar y ante nuestras inquietudes, por ej por la forma o tamaño de la escritura, nos repetía «va bien, es muy inteligente y también muy sensible y hay que conocerlo e imaginar el cómo hacer, además los niños maduran desigualmente». Desde entonces ese «conocer, imaginar, actuar, y observar, teniendo presente la particularidad de cada ser» nos ha orientado, alentado y confortado en multitud de ocasiones y en su vuelta a momentos difíciles

Posteriormente la complejidad se incrementó con la diversificación de materias y profesorado, tuvimos que intensificar la relación con el colegio y el apoyo a nuestro hijo que tuvo que aumentar su ya gran esfuerzo. Asignaturas o actividades con un gran atractivo para él (como el deporte, la música, las representaciones teatrales o los eventos festivos o conmemorativos) llegaron a convertirse en pánico el día que se impartían o aislamiento cuando se celebraban por lo inalcanzable de los objetivos requeridos. Por ejemplo, el objetivo del profesor de deporte era saltar el plinto y su presión sólo consiguió una caída con importantes repercusiones. Sin embargo, paradójicamente a él desde muy pequeño, y motivado por su padre, le entusiasma el deporte que practica diariamente, principalmente correr, con el que ha conseguido bastantes galardones y que él describe como puro placer, como si volara, permitiéndole vivir asombrosas aventuras con la imaginación mientras lo realiza.

Respecto a la música la finalidad del profesor pasaba ineludiblemente por cantar y tocar en la rondalla del colegio lo que puede parecer que encajaría con el hecho de que siempre le ha apasionado la música, le calma, tiene buen oído (con pocas notas ya sabe identificarla), le emociona a veces intensamente y tiene buen gusto. Pero todo esto se eclipsaba ante la dificultad de armonizar todos los elementos que intervienen en los sonidos especialmente en situaciones de nerviosismo o excitación. Si, por ejemplo, se le decía no me hables tan alto (o lo que era peor no grites), sorprendido respondía «no grito y a lo mejor lo intento ¿vale?» y esforzándose continuaba hablando con fuertes susurros desgarrados que terminaban en faringitis. Más tarde y motivado por su agrado por la música descubrimos que a veces surtía efecto pedirle que hablara una octava más bajo.

En cuanto a los eventos y representaciones, el desempeño de un papel determinado se le resistía, pero con sólo disfrazarse era feliz y aún hoy le entusiasma y su mayor ilusión es contribuir a la decoración de escenarios. Siempre que podía y en dónde podía empleaba horas y días en crear y recrear decorados: con soldados, monstruos, altos picos, colores imposibles, paisajes increíblemente nevados o asombrosamente verdes, luces en las sombras o con sus sombras luciendo… ¡eran extraordinarios! Por entonces logró inscribirse en la Escuela de Arte, lo que le proporcionó además de satisfacción autoestima, equilibrio y calma.

En la etapa del instituto debió enfrentarse a un mundo nuevo de profesorado, materias, aulas, compañeros e incluso cambio de barrio, además de a sus características propias y la adolescencia, o su dificultad para resistir la presión. Por ejemplo, siempre le ha gustado vestir de forma propia, gusto que en este periodo se intensifica, en lo que parecería lógico darle un significado de originalidad, creatividad o vitalidad, pero constantemente estaba presente la intransigencia de compañeros, profesorado e incluso el miedo familiar. Como la vuelta a la uniformidad no se producía le preguntábamos por las razones y sus respuestas nos sumergieron en una profunda autocrítica, dolorosa y llena de ternura y esperanza: «porque me gusta», «para que se fijen en mi», «me pongo traje porque soy un señor y quiero que me respeten», «para que vean que valgo mucho».

En esta época una gran equivocación familiar que nos entristece y hemos lamentado infinidad de veces fue el separarlo de la Escuela de Arte por un equivocado sentido de la utilidad, sólo nos consuela que afortunadamente más tarde él se las ha ingeniado y nosotros entendido lo que es su pasión y su vida y actualmente se dedica principalmente a lo que denomina «recreación de espacios geográficos como un trabajo de geografía descriptiva y de divulgación», centrado especialmente en temas olímpicos.

La vida cotidiana se iba complejizando y era considerable la voluntad necesaria para continuar, pero a pesar de las resistencias fue posible avanzar hacia la Universidad y tras un cambio de carrera en el primer año de Química a Geografía (siempre ha sido defensor de un hábitat mejor para todos) vivió un periodo algo más sereno en el que hizo buenos amigos entre el profesorado, que aún hoy intenta conservar a pesar de las distancias geográficas y de la vida, porque siempre fue muy hábil para descubrir y fomentar los encuentros con los que se siente bien.

Aunque nuestro proyecto vital se ha visto continuamente reinventado, desde entonces se redefine tal vez con más frecuencia, voluntad y esfuerzo que en otros grupos familiares y cada día puede ser un acontecimiento incierto, aunque no hay lugar ni tiempo para el desánimo. La vida con Carlos es un mutuo reto absorbente y apasionante porque cuando nuevos enfoques permiten el mutuo entendimiento se construyen pequeños peldaños hacia la conexión que, aunque en muchas ocasiones fugaces nos produce una admiración de un mundo interior sorprendente, dándonos y dándole la oportunidad de poder mitigar el dolor, la ansiedad, la angustia, el miedo a ser invisible y no tener cabida en el mundo a pesar del continuo esfuerzo.

A lo largo de nuestra vida hemos buscado ayuda, pero durante mucho tiempo cuando esperanzados creíamos haberla encontrado sólo nos proporcionaba más carga aún con alusiones al inadecuado desempeño de lo que suponían eran nuestras funciones como padres o la culpa a él mismo por no asumir las propias. Hace unos tres años, nuestra hija que siempre estuvo muy preocupada por su hermano, nos orientó hacia una psicóloga excepcional Ma. José Olmedo y a través de ella algo más tarde conocimos a Juan Carlos y Javier todos del grupo de psicoanálisis lacaniano de Granada. Desde entonces nuestras vidas han cambiado sustancialmente con una visión muy diferente y con el sosiego necesario para permitir abordar nuevas posibilidades.

Con el tiempo hemos aprendido algunas actuaciones que continuamente reestructuramos, como cuidar las palabras que pueden derrumbar y más aún si cabe el tono y los gestos que pueden incluso aplastar. Respecto a la dificultad de captar en muchas ocasiones la sutileza de la comunicación, intentamos un mejor entendimiento preguntándole de diversas formas, hasta que él con cansancio (como si pensara cuándo se van a enterar) comienza la explicación con un «vamos a ver, vamos a ver…» Así mismo cuando le animamos a manifestar lo que le inquieta o no nos entiende, dejando a un lado sus cosas, dice: «a ver a ver que no lo pillo». En cuanto a los temas repetitivos partimos del supuesto que reflejan el deseo de resolver un problema, en estas situaciones el ensayo con nuevos enfoques y razonamientos suele dar resultados, simultáneamente también él prueba salidas propias (por ejemplo, recientemente cuando parece inalcanzable la solución él se va a otro lugar, quitando la carga presencial y reanuda a través del WhatsApp con mensajes escritos y emoticonos). Por otro lado, si le presionamos para que haga algo, algunas veces responde: «a lo mejor no es que no quiero, a lo mejor es que no puedo»: no puedo concebir lo que me pides, no puedo hacerlo de esa manera, o me es imposible en este momento

Finalmente, y para la reflexión Carlos tuvo la oportunidad, de dar clases como profesor de Medio Ambiente en los Planes de Garantía Juvenil. Los alumnos eran adolescentes que a pesar de su juventud ya habían vivido grandes dificultades familiares y sociales con la justicia. El director del centro nos comentaba que, aunque no se ceñía a los programas, consiguió la admiración, respeto y cariño de esos jóvenes y, el recuerdo que de él guardan es de alguien que se preocupó por ellos y les quiso.