El mundo de Théo

 

Vilma Coccoz

Responsable del Observatorio Autismo de la EuroFeración de Psicoanálisis (EFP)

 

Hace poco tiempo hemos recibido la feliz noticia de que Théo, a quien, como hemos podido aprender por el documental, le fascinan por encima de todas las cosas, el ordenador y el agua, ha podido llevar a cabo su sueño de nadar como las tortugas; habiendo realizado con éxito su primer curso de buceo. Valéry Gay Corajoud, su madre, no ha podido estar hoy con nosotros, pero se mantiene expectante acerca de este acto; ella ha debido acompañar a Théo a su segunda incursión en el mundo subacuático.

En abril de este año, con motivo de las celebraciones organizadas por La main à l’oreille en el Día Internacional del autismo Théo intervino tomando la palabra con soltura junto a su hermano para dar a conocer su experiencia  en el trayecto difícil que debieron recorrer juntos hasta encontrar un vínculo fraterno, interrumpido a partir del momento en que el pequeño de dos años cayó en lo que Owen Reskind llama «pozo negro» y Donna Williams Gran Nada Negra, ambos autistas.

En el documental Le monde de Théo el jovencito nos es presentado por su madre; más precisamente nos invita a incorporarnos a su mundo, haciéndonos partícipes de sus alegrías, sus preocupaciones, sus angustias vividas en el curso de la tenaz batalla por salir adelante enfrentándose a múltiples adversidades. A través de la generosa dedicación de nuestros amigos y amigas en la gran red de intercambios de LaMàO podemos decir que Théo forma parte de nuestro mundo.

Este documental es un testimonio muy bello acerca del enigma que representa el autismo y de las tentativas llevadas a cabo para descifrarlo desde un deseo por descubrir la singularidad de Théo, en las antípodas de un deseo de normalidad (2). De entrada, el pequeño reveló a su familia signos de su fragilidad pero un día, luego de un accidente doméstico, rompió las amarras que le ataban a los otros sumergiéndose en el más temible aislamiento. Cayendo poco a poco en un sombrío silencio. Valery buscó ayuda, fue de aquí para allá visitando especialistas. Participó en foros. Ella también se encontró sola, incluso amenazada por negarse a seguir las pautas que le proponían augurándole, si no las cumplía, un futuro aún peor. Pero Valery había tomado una decisión, no la impulsaba el deseo de convertir a Théo en un niño normal sino el de establecer un contacto con él, entenderlo, crear un puente, un lazo.

Cualquier signo era dado por bueno, privado Théo de la palabra, sus rabietas, gemidos, gritos y murmullos le permitían a Valéry traducir los signos de su hijo en la lengua para saber cómo se encontraba, y así acercarse a su experiencia íntima de desolación y angustia. Convencida de cuánto los necesitaba, a ella y a sus hermanos, pudieron juntos ofrecer su sostén sin condenar las expresiones incómodas, exageradas, incluso violentas, sin forzarlo nunca a encontrar otras, más convenientes, más razonables.

Ese empeño dio sus frutos, y un día Théo manifestó claramente su deseo de hablar, primero, a través de la invención de una lengua propia; más tarde, hablando en francés hasta alcanzar un estilo elegante y cultivado.

El lazo familiar se fue construyendo día a día, sin seguir ningún método ni programa, permaneciendo cada uno dócil y despierto a las contingencias; sólo así se pueden captar los hallazgos para celebrar el diálogo que se va forjando y se enriquece cada día con el gusto compartido por el lenguaje.

Muchos son los aspectos que Valéry destaca y que revisten gran interés para las personas que están o pretenden estar en relación con los autistas.

Destacaré algunas que me parecen esenciales: en primer lugar, la comprensión requerida -por parte del adulto- del tremendo debate interior que mantiene el niño o la niña autista, intentando cumplir con las expectativas acerca de sus progresos, reprochándose duramente no poder cumplirlas, como ocurre en el momento en que le sugieren dejar de preguntar cada noche si la película que acaba de visionar ha sido larga; para, a continuación, dirigirse a su cama. El día en el que parecía haberlo conseguido Valéry lo encontró de pie en su habitación, a medianoche, tiritando, repitiéndose a sí mismo que no debía reiterar su pregunta.

En segundo lugar, Valéry nos ofrece una verdadera lección acerca del funcionamiento de los rituales o estereotipias, tan necesarios para trazar un artificio del espacio y el tiempo accesibles a su experiencia constante del caos. Ella destaca tres tipos de rituales: el ritual naciente, producto de un descubrimiento acerca de algo que facilita al niño desenvolverse con más soltura; el ritual tranquilizador, cuando es incorporado como una rutina confortable y conocida y, por último, el ritual que encierra, cuando ha perdido su función reaseguradora y su repetición despierta angustia, revelándose como una obligación sin sentido, un imperativo sin más.

En tercer lugar, Valéry ha podido captar que cada cambio vital reviste una forma temporal particular, oscilando entre regresión y progresión hasta que Théo logra afianzarse en un camino nuevo, en una experiencia inédita.

Pero sin lugar a dudas en la lección que Valéry nos ofrece hay un aspecto fundamental que contradice el sentido común revelando, a la vez, el grado de reflexión constante y decidida de un espíritu fuerte: la comunicación con el autista no puede centrarse en lo afectivo, en la «empatía», el diálogo con el autista exige por parte de quienes están a su lado otro nivel de entrega, requiere una disponibilidad despegada de cualquier rumbo prefijado, predeterminado por apetencias o ideas propias. Además, es preciso observar el mayor cuidado en el tratamiento del cuerpo, teniendo en cuenta la vivencia de invasión, de desaparición que puede despertar el exceso de proximidad (3).

Estar atentos y responder adecuadamente – sin pensar- al sujeto desprotegido, es la definición del acto. En torno al acto se elaboran las enseñanzas del libro póstumo de Cecilia Hoffman, titulado Construyendo mundos. El Caso Dídac (4). Ella había comprendido que la verdadera atención temprana no consiste en estimular (hacer que alguien quiera hacer algo) sino en ofrecer la ayuda precisa en el momento justo al desamparado, al desterrado del lenguaje a fin de sostener el acto que humaniza, rescatando su deseo.

En el encuentro aparentemente indiferente de dos pequeños en el marco de Atención temprana, la pequeña ha dejado en la mesa unas llaves de juguete. El niño las coge y las lleva consigo a su sesión. Durante la cual se desentiende de ellas. Sin embargo, cuando llega el momento de concluir la sesión vuelve a cogerlas cual trofeo y exhibe su propiedad ante la niña que espera silenciosa y expectante la restitución del objeto en la sala de espera donde vuelven a coincidir. Los padres de ambos presencian la escena, tensos. Cecilia capta la situación y empieza a pergeñar mentalmente una negociación. Pero alguien arrebata las llaves de las manos de Didac y las coloca en manos de la niña. Un tremendo aullido da una idea de que no es una simple rivalidad la que estaba en juego para el niño. Mientras Cecilia corría para buscar otras llaves oía el grito desesperado del desposeído, habiendo perdido en un momento, el objeto y el cuerpo. Con la velocidad del rayo le fueron restituidos ambos al niño, de pocas y contadas palabras, quien pudo expresar, aliviado y volviendo a la vida un «Gracias!» que inauguró un fecundo intercambio de Didac con el mundo.

El buen encuentro, la respuesta oportuna, dependen de haber aprendido a desprenderse de la identidad, del narcisismo, de la expectativa de reconocimiento. Un grado tal de abnegación recibe su recompensa. Théo ha construido su mundo gracias al sustento cotidiano ofrecido por su generosa familia. Actualmente él mismo suscita y propone la formación de microsociedades, de micromundos en internet. Esperemos formar parte de uno de ellos, nosotros, el micromundo organizado por Teadir Euskadi y la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Saludamos a Théo desde Tabakalera, en Donosti, junto al mar Cantábrico y le deseamos grandes avances en sus incursiones en el mundo submarino.

Intervención con motivo de la presentación del documental el día 9 de junio de 2017.

2-Ibídem.

3-Temple Grandin ha desarrollado este aspecto en su libro Si me tocan, desaparezco. Y Naoki Higashida en La razón por la que salto

4-C. Hoffman. Construyendo mundos. El Caso Dídac. Autismo, atención precoz y psicoanálisis. RBA. Barcelona 2017