Los objetos

Céline T.

Association La Main à l’Oreille – Antenne Provence

 

Esos pequeños objetos que acarreas contigo no te abandonan desde que eras pequeño, fluctúan con el tiempo. Algunos te acompañan durante semanas, otros son más efímeros. Ahora, es un plato de plástico, uno grande, uno pequeño, un peine, un cepillo, un trozo de una jeringuilla. Objetos duros, blandos como los pinceles. ¡Ah, los pinceles! Te gustan más que nada y adoras las caricias con los pinceles.

Si no te limitamos, duermes, te lavas, comes, quieres salir con ellos y si no tienes nada en las manos, encontrarás algo en el camino. Hay que pedirte que los dejes para comer y para hacer alguna actividad. También son el objeto de negociaciones, si queremos que nos obedezcas cuando la palabra ya no es suficiente.

Cuando vamos a cualquier parte, te apresurarás a birlar objetos, es una necesidad vital, una urgencia, una manera de apropiarse del entorno. A menudo nos vemos obligados a quitarte esos objetos que pueden ser preciosos para los otros, frágiles o peligrosos. Lo aceptas más o menos fácilmente. Y para los otros, a menudo es incomprensible y embarazoso.

Sabemos que es necesario para ti, pero esos objetos ¡son a veces tan invasivos! Nos lleva a no poder soportarlos más. Momentos en que coges varios a la vez, los quieres todos. Y en cuanto los tienes contigo, no puedes descubrir el mundo, es como si eso te satisficiera. Esta mañana pensé que eran como prolongaciones de tu propio cuerpo.

Y hay también momentos en que podemos reír con todo ello. El otro día estabas lleno de piñas, las querías todas, pero se caían cada vez que querías coger otras. Hiciste, sin saberlo, un pequeño espectáculo de payasos y tú parecías divertirte también. Compartimos contigo ese momento y te ayudamos a transportar tu precioso botín.

Esos objetos tienen a veces un lado práctico como un pincel para las caricias, o una cuchara y un tazón para recoger la arena en las inmensas playas del océano. Dejabas rastros detrás de ti sobre la arena: pasos, hoyos de cuchara, y un montón de arena tirado con el tazón. Sonreí pensando en los paseantes que viendo tus rastros habrían tenido dificultad para comprender quien podría ser el autor.

Encontramos un bolsito transparente donde meter tus objetos. En los viajes, has pasado muchos ratos sacándolos, ordenándolos, intercambiándolos. Con toda seguridad, tus objetos nos enseñan sobre tus emociones, tus pensamientos, tu relación con el mundo y con el otro. Fluctúan con tus emociones del momento. Pueden revelarse también muy prácticos para aprender a contar. Te proponemos guardarte dos, y ya estas lanzado a contar todos los que tienes en la mano, colocas algunos, vacilas, negocias: ¿Tres?

Todavía tenemos tanto que aprender de ti… Cuando te observo con tus objetos, nos miró a nosotros también, y veo todos esos objetos que nos rodean… Nuestro teléfono, cogido, mirado, tocado, llevado a la oreja, guardado, conectado durante todo el día. El bolso, más o menos lleno de pequeñas cosas que queremos llevar con nosotros, las tarjetas, un monedero, una crema, papeles… Finalmente no salinos nunca sin nada.

Entonces, ¿por qué pelearse por un plato, un tapón del lavabo o una pluma? Hemos aprendido a hacer con ellos, hemos dejado de luchar con esos múltiples objetos.

Hoy hablamos de ello, jugamos con ello, nos reinos de ello.

 Traducción: Mariam Martín Ramos