Pensamientos

José Antonio Marín

TEAdir-Aragón


Son dos niños y una niña. Están corriendo por el salón, suben al sofá, saltan… “¡Somos piratas…!” De pronto uno de ellos, el mayor, se para en seco: “¡Ha venido papá! ¡Papá ya esta aquí! ¡Oíd, chicos, papá ha llegado!”. Y su abrazo me colma, es un segundo de felicidad tan intenso… Se unen los pequeños: “¡Papi, papi!”. En un momento, te abruman, te acaparan, te besan, quieren contártelo todo, y por el rabillo del ojo veo a Miguel volver a su mundo, tarareando cualquiera de las muchísimas canciones que se aprende de memoria, con el televisor de fondo en el canal de Tele-tienda: “Pero aún hay más: si no queda satisfecho, le devolvemos su dinero”. Y Miguel lo va retransmitiendo, con la misma entonación, con las mismas palabras, y con una leve sonrisa en la cara…

En realidad, creemos saberlo todo. Saber lo que somos, cómo somos, quiénes somos… claro, si no consideramos la existencia de nuestros hijos.

¿Cómo se entienden la luna y el sol? ¿Cuáles son sus criterios, sus premisas, sus principios, sus normas? ¿De qué hablan, a qué tienen miedo?, ¿porqué eligieron dar vueltas sin parar en vez de buscar el camino recto?.

Hace unos días escuché a la científica Sonia Fernandez-Vidal, de Barcelona, ¡de 33 años!, física cuántica que ha trabajado en el Acelerador de Partículas del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear, explicar la teoría de que existen diferentes realidades, una sístole-diástole de múltiples dimensiones… y entendí un poco más a mi hijo. Ya sabía que su universo no es exactamente igual que el mío, tan prosaico, tan normalizado, tan racional. Pero me encajaron mejor algunas piezas: nuestro cerebro puede pensar también – y lo hace – con lógica cuántica: la fantasía, la ilusión, la imaginación, los sueños, son también funciones neuronales nuestras, y no las rige exactamente el raciocinio.

Resulta que sólo somos partículas elementales: las subatómicas, quarks y electrones, que después conforman los protones, que conforman a su vez los átomos, para conformar las moléculas… Y aquellas partículas subatómicas desafían la lógica de la física clásica, tanto que ésta ya no puede afirmar: “La realidad es tal verdad objetiva”. Hoy debe decir: “La realidad no es tal verdad fija y objetivable, es voluble y cambiante al observarla”. 

Por eso, las emociones que sentimos, la angustia o la felicidad, el placer y el dolor no son cuantificables: son o no son. Como Miguel. Y por eso, las ciencias clásicas que estudian la realidad para darle una explicación mecánica y determinada no pueden dar respuesta a la CONCIENCIA: a la maravilla de la contradicción, que coexiste entre nosotros y responde a otra lógica… quizás no racional.

Ahora estoy seguro de que mi hijo tiene un mundo propio riquísimo, mucho más amplio que el mío, mucho más atractivo, y que, como los quarks, puede estar aquí y allí a la vez. Si las partículas elementales ignoran el espacio-tiempo, ¿por qué no va a poder hacerlo Miguel, que es un milagro muchísimo mas grande que una simple partícula?.

Hubo que asumir que quizás yo no iba a jugar con él como otros papas con sus hijos: que lo nuestro iba a ser un juego muy, muy especial: un juego en el que las reglas las pone Miguel. Hubo que asumir muchas cosas…

Es inevitable. Lo ves en los demás, y la rabia se te come por dentro. No quieres que sientan lástima, que piensen: “Pobrecito”. Y, sin embargo, tú caes en cualquier momento. Aunque lo veas avanzar, esforzarse más que ninguno, su constancia hasta que consigue descubrir el significado o el funcionamiento de algo… alguna vez no se lo valoras, y un mal pensamiento te cruza la mente. Y entonces, Miguel, que a ti te parecía ausente, sólo Miguel, porque los demás sí que están “a lo suyo”, te mira y te suelta: “¿Qué te pasa, papá?, ¿por qué estás triste? No te preocupes, yo te ayudaré…”

Y tú sientes de nuevo rabia porque te ha pillado, porque no has confiado en él. Y un inmenso cariño, y el papá más afortunado del mundo por tener este hijo tan especial…

A Miguel le encanta la canción “Libre”, de Jarabe de Palo. Lo descubrimos de casualidad, como casi todo de él. En un disco de recopilaciones, aparecía esta canción en primer lugar, y fue oírla, y a partir de entonces solo quería oír esa, una y otra vez… Hoy, tres años después, si la vuelve a escuchar, la recibe con una amplia sonrisa…

Déjame vivir

Libre

Como las palomas

Que anidan en mi ventana

Mi compañía

Cada vez que tú te vas.

Déjame vivir

Libre

Libre como el aire

Me enseñaste a volar

Y ahora

Me cortas las alas.

Y volver a ser yo mismo

Y que tú vuelvas a ser tú

Libre

Libre como el aire

Déjame vivir

Libre

Pero a mi manera

Y volver a respirar

De ese aire

Que me vuelve a la vida

Pero a mi manera. 

Escuchado en una entrevista a Sonia Sanchez Vidal realizada por Julia Otero (2011)

¿Qué es un quark? ¿Y un electrón?

Las partículas más elementales de la materia: el núcleo del átomo está hecho de protones, y los protones están hechos de quarks.

¿Y los quarks? Son partículas vibrantes. Las hay de diversos tipos, algunas muy raras, siendo dos las más comunes: Up y Down.

¿Y los electrones?

Partículas que son corpúsculo y onda: orbitan en torno al núcleo. Si el núcleo del átomo fuese una canica en el centro de un estadio de fútbol, ¡el electrón sería la cabeza de un alfiler orbitando por las gradas!

¡Buf, qué distancias!

Sí, el átomo es casi vacío. La materia es una suerte de vacío, una tensión energética.

Así, la materia es casi una ilusión…

Y las propiedades de las partículas subatómicas desafían la lógica de la física clásica.

¿Qué propiedades son esas?

Una partícula está aquí y allí ¡a la vez! Todas están… en todas partes a la vez. Entrelazadas con todas. Y una partícula se teleporta: su estructura puede pasar instantáneamente a otra. Como estar vivo y muerto a la vez.

¿Perdón?

Las partículas elementales ignoran el espacio- tiempo.

Es un desafío para la lógica racional…

Pero nuestro cerebro puede pensar también con lógica cuántica: la fantasía, la imaginación, la intuición, los sueños, la magia… ¡son también funciones neuronales nuestras! 

¿La física cuántica explicará un día fenómenos extrasensoriales, la telepatía…? Inspirará vías de comprensión, propondrá algunas explicaciones desde otra lógica no mecanicista. Entretanto, la ciencia ya estudia la neurología de las emociones, cómo se transmite la información cerebral…

¿Y?  

Los microtúbulos neuronales y su entramado en malla pueden ser mecanismos cuánticos en nuestro cerebro. ¡Tu cerebro, máquina cuántica! Quizá llevemos sobre los hombros un ordenador cuántico sin saberlo. 

¿Estamos ante un salto científico?

Ante un cambio de paradigma. La física clásica escrutaba la realidad como si fuera algo externo y objetivo, buscándole una explicación mecanicista y determinista… 

¿Cómo ve la realidad la física cuántica?

¡Como un continuo del que nuestra conciencia no está separada! Así, en el momento en que te pones a observar esa realidad subatómica… ¡la estás ya modificando!

¿Cómo es eso? La conciencia del observador interfiere en el comportamiento de las partículas elementales, que reaccionan a la observación. Así, si esperas que una partícula subatómica se comporte como onda, ¡lo hace! Y si esperas que lo haga como corpúsculo, ¡lo hace!

¿Conclusión? Que la ciencia no puede ya afirmar: “La realidad es tal verdad objetiva”. Hoy debe decir: “La realidad no es tal verdad fija y objetivable, es voluble y cambiante al observarla”. 

¿Con qué implicaciones? Habrá que aceptar que la lógica racional no va a poder explicarlo todo. Habrá que aceptar la maravilla de la contradicción… que responde a otra lógica.

Ser científica y física cuántica, ¿afecta a su manera cotidiana de ser?

Sí, en tres aspectos: uno, me induce a pensar de modo más creativo, lateral; dos, me impulsa a actuar sin victimizarme, a construir mi realidad; y tres, me ayuda a sentir que estamos todos entrelazados.

¿Comprenderemos mejor el funcionamiento del universo con todo esto?

Es lo que anhelan los artistas, los místicos y los científicos: anhelamos lo mismo… Y cada día nos parecemos más.