Paloma Larena
Fundación Atención Temprana
Entre un 20 y un 25 % de los niños atendidos en los CDIAT (Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana) de Fundación, en el Programa de Atención Temprana, están dentro del diagnóstico de TEA. Han llegado derivados por «retraso del lenguaje», «retraso en el lenguaje y la atención», «problemas en la socialización» o «retraso generalizado del desarrollo», apelativos que describen tras la valoración realizada por el Instituto Aragonés de Servicios Sociales, un conjunto de signos discretos entre los 2 y los 4 años.
Los padres dicen: «No responde cuando le llamamos, no se gira», «es como si fuera a lo suyo», «no habla, señala o nos coge del brazo para llevarnos a lo que quiere, o se queda mirando delante de la nevera hasta que le preguntas…», «hace un gruñido cuando quiere algo, como una queja». Cuando en la entrevista de admisión, les preguntamos si balbuceaba en la cuna, la mayoría responde que si, que hubo laleo, la lalengua (1) estaba presente, pero no se ordenó en palabras. En algunos casos nos comentan: «decía mamá, papá, guau… pero ahí se quedó, ahora sólo dice «esto o aquí». Los padres por lo general no localizan el momento del cambio, como si hubiera sido una progresiva retención de la palabra. Sin embargo, en el relato de los hitos del desarrollo van surgiendo coincidencias, como si todo hubiera ido normal durante el primer año y medio de vida, y después…. Cuando empezó a caminar o cuando retiraron el pecho, o el chupete, o con el paso a las papillas. Cada niño es distinto, y en otros casos no conseguimos más datos que el hecho objetivo «no habla como hacen los otros niños de su edad, no dice adiós con la manita».
Otro signo importante es el desarrollo motor, que en ocasiones está también ralentizado. Niños que no han gateado, y que empiezan a caminar pasados los 18 meses. Sin embargo, también el que «se va solo, sin mirar atrás, más que andar corre». No hay patrones fijos ni desarrollos «normales», el ser humano se va construyendo con gran variabilidad en las llamadas etapas.
A los padres, les hablan de retraso del desarrollo del lenguaje, de la psicomotricidad y del desarrollo social, por ello, si hay retraso entonces es adecuado que se implementen medidas compensatorias, que se les ayude en el desarrollo, y son derivados para tratamiento de Estimulación (Psicomotricidad, Logopedia y Psicoterapia). No se puede evaluar el desarrollo del lenguaje porque son niños que «no parecen atender al examinador».
Cada uno de estos niños utiliza su espacio de tratamiento, con un objetivo particular. He de decir que prefiero utilizar el verbo jugar, al verbo trabajar. Porque el juego es un asunto muy serio para ellos, porque incluye el placer pero también el goce, y porque jugar es algo que desean. Les cedo gustosamente el término «trabajo» para los maestros. Al sujeto que entra en sesión, no necesito decirle «vamos a jugar» porque no dirijo su atención hacia ningún juguete o actividad concreta, sólo le invito a entrar en la sala con un saludo y ya el sujeto elige qué hacer y/o decir. El discurso del amo manda «trabajar» para hacerlo equivalente con «aprovechar el tiempo», que es lo que se supone que debemos hacer en las terapias, pero siguiendo a Freud diremos que «los niños repiten en el juego todo cuanto les ha hecho gran impresión en la vida; de ese modo abreaccionan la intensidad de la impresión y se adueñan, por así decir, de la situación» (2).
¿Juegan los niños autistas? difícil suponer un placer en su continua construcción de una realidad nueva interna y externa, con los elementos imaginarios de que dispone. Pero bajo transferencia el analista puede incluirse en esa construcción aportando un semblante de Otro, incompleto, que no sabe con antelación qué desea, y más manejable para el sujeto. Descompletando el exceso de real aunque sea durante el tiempo de la sesión, y eso, produce un alivio.
Habitualmente les atendemos varios profesionales en sesiones individuales de frecuencia semanal, y será en la reunión del equipo donde se va construyendo el caso ya que permite la existencia de un lugar tercero al que referirnos, que descompleta el saber particular de cada uno, con la participación de todos los miembros incluidas las administrativas que están en la puerta de la institución y acogen a cada familia.
El acompañamiento a los padres, las conversaciones acerca de lo que ellos saben sobre sus hijos, lo que les preocupa, y también lo que les sorprende, es diaria. Sin contar con la familia, no podemos hacer nuestro trabajo, por ello compartimos con los padres qué vamos aprendiendo de su hijo y les invitamos a que nos hablen de lo que ellos descubren en la relación.
Alex, 2 años, corría pero no hablaba. Sus papás tenían problemas para salir de paseo con él porque se iba solo caminando, sin mirar atrás, por ejemplo, en un parque. En los primeros encuentros tenía que estar la mamá en sesión, y Alex le daba a ella los cochecitos, se pegaba a su cuerpo, y las manos de la mamá eran una prolongación de las suyas. Sólo señalaba para comunicarse o estiraba de su brazo. Sin embargo, decía algunas palabras como «mamá, pan, papá». No me miraba, pero no parecía temer de mí, sólo que era una intrusa. Muy pronto eligió dos tipos de juegos: hacer rodar los coches, y acostar a los muñecos en sus camas. Cuando ya tenía suficiente, abría la puerta y salía disparado sin esperar a su madre que tenía que salir tras él. En las sesiones, breves, mientras él jugaba junto a su madre, yo hablaba con ambos. Una mujer que culpabilizada por trabajar todo el día, a su vuelta a casa ─»no hago otra cosa que estar con él»─, estaba centrada en sus necesidades y completaba con el sentido los signos del hijo. Sólo las huidas la descolocaban «¿Qué hago?». Alex nunca se alejaba tanto como para perderse del otro, pero tampoco podía medir el riesgo de un atropello. En unas pocas sesiones, Alex se pudo quedar solo en la sesión y desplegó un lenguaje variado que ahora sí le era necesario. Va a hacer 3 años, ya no se escapa, y suele responder a lo que le piden, los papás están tan contentos que quieren dejar el programa. Alex ahora se hace seguir de otra manera, es un niño con sus propias ideas, que quiere imponer. Por ejemplo, a un cocodrilo-xilofón que estaba llevando a pasear, lo llamaba «popótamo». Al principio no entendí y le dije «¿el cocodrilo?», «no, es un popótamo» me rectificó, con la paciencia de quien tiene que enseñar al otro, que se equivoca por torpeza, no por mala fe.
La perspectiva del desarrollo conduce a la observación, como hacía J. Piaget. El analista sin embargo es principalmente un oyente que pone su cuerpo y su deseo, a la espera paciente en el encuentro con cada niño. Es alguien que no va a obstaculizar lo que se pueda producir.
Los signos iniciales de un Espectro tan amplio como el de TEA, no son determinantes ni suponen necesariamente un déficit. Veremos surgir niños que inventan palabras, u objetos, que les ayudan en la construcción un cuerpo antes desorganizado. Otros hablan de mundos que ellos mismos han ordenado con mucho detalle, sean de especies animales, sistemas planetarios o equipos de baloncesto, y con ello aprenden solos. Nos dejamos enseñar por estos niños a los que acompañamos en sus itinerarios de descubrimientos, para alcanzar una forma de socialización y lazo que les incluye con los otros.
A los 3 años, la mayoría de los niños van a iniciar la escolarización en la escuela ordinaria, y algunos en educación especial. Nos coordinamos con los Equipos de Orientación para aconsejar sobre la modalidad y los apoyos que puedan recibir, en este importante momento de incorporación a nuevas normas, horarios y demandas, y la mantenemos posteriormente con los profesores tutores de los niños.
Los niños incluidos en este gran espectro TEA, van a necesitar apoyos específicos más allá de los 6 años, cuando acaba el Programa de AT, momento en el que ofertamos a las familias la posibilidad de proseguir los tratamientos en el Servicio de Atención a la Infancia, continuando con sus espacios de terapia individual, también mediante talleres de grupos de padres, actividades de ocio y artísticas que abren nuevos campos de crecimiento y socialización.
1.- Lalangue, término de J. Lacan (Seminario 20) Lalengua es la palabra antes de su ordenamiento gramatical y lexicográfico, separada por tanto del lenguaje, que sirve para el goce.
2.- Freud, S. Más allá del principio del placer